CONVERSACIONES: RETRATO DE SEBASTIÁN P. PUÑETERO

 

 

CONVERSACIONES: RETRATO DEL ABOGADO SEBASTIÁN PÉREZ PUÑETERO

BARCELONA AÑO 2055  

Sebastián era uno de esos hombres contemporáneos, inseguros, controladores obsesivos, enfermos celosos, con una violencia de cobarde que no exhibe pero que siempre está latente en su quehacer diario.

Su único tema de conversación en público era el dinero que tenía, la comida que comía, los vinos que bebía, y no faltaba nunca el fútbol: Su Barça, del que llegó incluso, por poco tiempo, a ser miembro de su Junta directiva. Se pavoneaba ante todos de los grandes restaurantes y hoteles en los que hubo estado en sus muchos viajes de lujo a lo ancho y largo del mundo en sus 46 años de vida.

Era obeso, aunque se había practicado una reducción de grasa, seguía estando obeso. Era su maldición, como la de aquel gitano de STEPHEN KING. Aquella mañana, mientras se arreglaba en su enorme baño de oro,  el aroma de los huevos fritos con cerdo le llegaba desde la cocina automática del piso de debajo de su dúplex. Tuvo que inclinarse, no sin esfuerzo, para leer los números digitales de la báscula, hacía semanas había silenciado con una patada de rabia la voz del robot que le decía su peso, nadie le podía llevar la contraria.

En el Bufete SENDRA , era un genio de la simulación diaria, yendo de arriba a abajo y de abajo a arriba por el largo pasillo que unía los muchos despachos, con su rostro hinchado de polichinela perverso, su falso bigote negro, sus gafas negras de concha,   hablaba solo con su Ipfum XXL en un tono alto y frenético, para que los demás pudieran escuchar sus monotemas.

Y en su apartamento o suite de lujo, como él lo llamaba,  tenía por compañía única y amante a su Srta. ROBOT SI-AToT-RPS3$O. Era su esclava, programada para no contradecirle jamás, y cumplir con todos sus deseos.

De más joven, Sebastián  había sido investigado por un juzgado de violencia doméstica por haber cometido algún delito sexual. Finalmente  los nuevos jueces nombrados tras la Guerra civil catalana (2036-2039), hicieron una primera criba de los muchos Sumarios que lo inundaban todo como una plaga de langostas, y entre los afortunados estaba, como no,  el Sumario de Sebastián, que fue incinerado en los hornos dispuestos para tales efectos.

 

Pero su asunto más conocido, llegó a salir en la prensa hasta que dejaron de publicar sobre aquel caso de abuso sexual continuado al ser cerrado aquel diario de forma cautelar, en aplicación del Decreto de la Generalitat o Libro de las prohibiciones.

Aquel asunto, aquella historia real,   tuvo como víctima a su primera esposa conocida, que pudo huir de una relación de sometimiento y tortura que la había dejado sin trabajo, sin familia y sin amigos. En una declaración ante los Mossos la pobre mujer contaba :

“Fue un infierno continuo, me mandó o hacía mandar a su sra. robot más de 15.000 mensajes y llamadas telefónicas amenazándome de muerte, de enviar emails  todos los conocidos y familiares, explicando con pelos  y señales mis relaciones íntimas con él, sus imaginadas orgías con hombres, mujeres y transexuales” . 

Decían familiares de la víctima que  durante su relación, Sebastián controlaba todos sus movimientos, su forma de vestir, le decía que debía ponerse cada día. En otro informe de un psiquiatra forense, que misteriosamente despareció del Sumario, se dice: 

“Destrozó su autoestima insultándola y vejándola, obligándola a mantener sexo anal con un enorme vibrador, causando a la víctima daños físicos.... y unas secuelas irreparables..., la…  al no poder superar el miedo ... y la angustia que… ”  

 

Al final se libró de ser imputado, siendo Archivadas y Sobreseídas aquellas actuaciones que pasaron a ser simples cenizas,  y todo gracias, también hay que decirlo, a un soborno de su Papi a la Secretaria de aquel nuevo Juzgado, surgido del nuevo Decreto de la Generalitat de Catalunya 4/2041 de reestructuración de la Justicia, aprobado por el nuevo govern teocrático surgido tras el final de la Guerra civil de Cataluña (2036-2039)

 

El padre de Sebastián, Amador,  del que heredaría su gran fortuna, era un albañil gallego que emigró a Cataluña, donde se convirtió en  constructor de éxito al hallar en el Garraf una mina de piedra de dureza única que supo cómo explotar. El padre acabó muriendo ahogado en el pantano de Sau mientras  practicaba motonáutica. Se sospechó siempre que el motor de su embarcación había sido manipulado por uno de sus socios inducido por el mismo Sebastián que odiaba dejar cabos sueltos, para provocar la explosión que lo fulminó,  sirviendo de alimento para  las pirañas gigantes que por aquel entonces habitaban  aquel maldito pantano sacrosanto.

 

SEBASTIAN con 16 años se libró de ser reclutado para el frente, pero hubo de hacer obligatoriamente unas maniobras navales en el Delta del Ebro con pruebas de fuerza, que al principio maldijo por los madrugones que se daba en aquellos húmedos inviernos, pero con el tiempo le sirvieron para ganar en fuerza, no demasiada por su obesidad, pero suficiente para la que emplearía ya de por vida con las mujeres o con los jóvenes delgaduchos y llenos de terror ante su presencia. 

Sebastián gozaba humillando a los más débiles, mentía como respiraba, eterno sembrador de discordias, sin escrúpulo alguno lo tergiversaba todo a su conveniencia, era un gran maestro en estas artes.

Su último invento, fue un dispositivo ultra moderno que le servía para espiar a su vecina, una joven y bella pianista algo bohemia de la alta sociedad de Barcelona. A través de un complicado filtro podía oír todo lo que sucedía en la habitación de aquella chica. Sebastián, se masturbaba  escuchando los  gemidos de placer de su vecina, con alta fidelidad, en sus muy frecuentes encuentros amorosos; y llegado el día cuando a él le diera la real gana, podría chantajearla a su antojo.

Así era Sebastián: un monstruo psicópata en su grado máximo.  Tras verse librado de las investigaciones, y habiendo heredado toda la fortuna de su padre, el constructor ahogado, viajó  al Brasil para someterse a una operación de cirugía estética y de reducción, sin demasiado éxito, de su abdomen. Modificó su verdadera identidad,  y para hacerse el gracioso se inventó su segundo apellido; error fatal que le acabaría desenmascarando, tras las primeras sospechas que tuvo Casto Sendra, que rápido como una centella contrató a una eminencia de la psicopatología, que hizo un muy buen trabajo, que a la postre motivó la huida de Sebastián a Inglaterra, todavía con el Brexit, hasta su muerte en el famoso desfiladero de Somerset devorado por una manada de lobos hambrientos.

Sebastián o Charlie para los amigos, supo venderse como lo óptimo ante Casto Sendra y fue admitido enseguida como nuevo miembro del Bufete, para ello se inventó un curriculum suplantando el título de licenciado en Derecho de su único hermano, que acabó con una jeringuilla en su brazo en un rincón de  la Calle San Jerónimo del barrio chino de Barcelona,  muerto por sobredosis en circunstancias nunca esclarecidas. Y como ya hemos visto, lo óptimo era para él el dinero, la fama, el buen comer, el poder, el pavoneo, y el sexo virtual fácil.

 

En aquellos tiempos, la modestia era una virtud inexistente, y quien la practicaba era considerado un pobre perdedor, lo peor de la sociedad catalana. Quién denunciaba a los perdedores obtenían recompensas del propio govern , y tras un simulacro de vista eran irremediablemente desterrados de por vida a la Isla de Madagascar, donde pese a todas las desgracias y trabas  habidas y por haber, lograron crear una importante colonia, que poco a poco iba autoabasteciéndose y recuperando su autoestima, con el objetivo de poder volver a su tierra para derrocar a la tiranía gobernante. Pero todavía les faltaban aliados para llevar a cabo una maniobra de aquella envergadura.  

           FIN DEL CAPÍTULO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

ELS DIARIS DE 1991

EL INTERROGATORIO

EL ASCENSOR