EL BESO EN EL PUTXET
El beso EN EL PUTXET.
INTRODUCCIÓN
Día de San
Alberto el Magno de 2028
Aquel lunes
por la tarde se subía por las paredes al comprobar como aquel cerdo que
trabajaba vía telemática de Control Manager en un garito de Vallfogona del Rio-res
(Girona) , se había dirigido a él por email equivocándose adrede al escribir
mal su apellido.
En efecto, aquel
cincuentón cojo y puritano, en lugar de Marimón ponía Marmón. Faltaba un simple letra: ¡la i latina¡ , pero su adrenalina se
disparó aún más al pensar que si llega a faltar otra pequeña letra : la r … , ¡pues vaya¡.
¡Mamón lo será tu puto padre¡ - pensaba atormentado…
- ¡Hasta esto le robaban, su nombre¡. Llamo ipso facto a su nueva secretaria
Quetania , una joven paraguaya que había librado de la esclavitud en un
prostíbulo sito en la sucia carretera comarcal de Navar-pet; tenía unas piernas
largas de gacela que en su momento de descanso sabía contornear combinado
movimientos redondos con su bonito culito, y bailaba y bailaba enloquecida por
el largo y ancho pasillo al ritmo del chachachá, poniendo en estado de alarma, excepción y fuera de sitio a
todo el Bufete en pleno. Era una preciosidad. Su
nuevo amor platónico. Imposible.
-A ver mi reina…
conteste al tal Carrós, y escuche con mucha atención lo que voy a decirle… , escuche
y anote: escriba Carros, sin acento en la o. C-A-R-R-O-S, Carros ¿Entendido monada?. Carros
de fuego te daría yo… - se decía si mismo con cierta euforia vengativa, tan sana
y justa como la de Edmundo Dantés (1), preso injustamente en una mazmorra peor que una pocilga, traicionado por sus teóricos amigos.
-Por
supuesto Jefe… , por cierto si tuviera la bondad de adelantarme 100 euros de la
paga…
-Pues claro
cariño mío, no 100, 300 te adelantaré… , pero no me gustaría en absoluto que se
lo dieras a tu novio, para sus vicios nasales… , ¿has entendido? , te quiero
como si fueras mi hija – pensaba con ternura para sus adentros- , y lo digo
todo por tu bien. ¡Venga amorcito mío a trabajar se ha dicho¡
Quetania no
contestó, sólo asintió, en su mirada se concentraba el cariño que sentía por
aquel buen hombre, algo gamberro , pero con un corazón de león.
El letrado
Marimón, ya solo en su despacho, se
quedó absorto en sus recuerdos del día en que besó a Sol por primera vez, una
jornada muy particular, algo triste, como la que sufrieron Sophia Loren y
Marcello Mastroianni en aquella Roma fascista, con cánticos y manifestaciones
patrióticas, como las habituales desde 2010 en Barcelona. Aquel sábado primaveral habían quedado pronto para pasear por el Parque de
la Tamarita. Estaba prohibido sentarse, sólo se podía andar y andar. La esperó de
pie en la plaza Kennedy, que milagrosamente conservaba el nombre de aquel gran
hombre que murió asesinado en Dallas en circunstancias todavía no aclaradas, hacía
casi un siglo de ello, para él aquel hecho borrado de los libros de
historia por Decreto del Departamento de Cultura de la Generalitat, en manos de
los populistas dels nostres sols,
suponía una roca en su memoria que le producía de vez en cuando terribles
pesadillas, y hasta urticaria - será la edad meditaba despierto como un lince aguardando a su presa.
A las 10,
el día parecía irremediablemente perdido, rehén de la lluvia y el fresco que
hacía. La vio subir a pie por las escaleras, hacía años que no funcionaba el
activado mecánico. La superación de la indiferencia, cómo cambiar las cosas
cada día, se repetía mientras ya se acercaba hacia él. Alta, esbelta, guapa, con
aquel porte de elegancia que la distinguía, sentía ya su mirada con aquellos
ojazos felinos y el olor de la humedad de su larga melena negra; y por fin, por
fin se fundieron en un abrazo interminable, insostenible, provocador, a la
vista de todos aquellos viejos decrépitos con mascarilla (2) que los miraban
con resquemor. ¡Qué escándalo¡ gritaban algunos.
CONTINUARÁ
Fotograma
de la película “Una jornada particular” dirigida en 1977 por Ettore Scola.
NOTAS
DEL AUTOR
1- El conde de Montecristo, de Alejandro Dumas.
2- A pesar de haberse superado el terrible covid-19 del maldito año 2020, la Generalitat estableció in eternum la obligación de llevar mascarilla de color amarillo, y en caso de incumplimiento, si te detenían o te delataban, se aplicaban 10 latigazos a la vista del público comprado en la plaza de Sant Jaume.
Comentarios
Publicar un comentario