LA PESADILLA, LA BELLA FISCAL Y EL CASO MICHELOUF
LA PESADILLA ,
LA BELLA FISCAL Y EL CASO MICHELOUF
Desde
hacía ya demasiado, tenía insomnio casi a diario– no sientas pánico, concéntrate
en lo bueno, por decir algo mi letradito……, recuerda tus grandes logros, desea
ser idolatrado, tus rivales…, me rio de tus adversarios... más vale que sientan envidia que pena,
piensa en tus muchas entradas en Google, es tu mejor biografía, y lo que no sale.... , todo un
mérito, te lo digo objetivamente como mujer analista, ni tienes instagram ni facebook... , yo te ayudaría a ser mejor escritor y
a promocionarte… le decía su nueva amante – no hay un uno sin un dos
que son tres y no concebía una amistad entre un hombre y una mujer sin sexo- toda una Señora , aquella flamante Fiscal, super bien vestida, madura y con un cuerpo
de ensueño que ni moldeado por Miguel Angel, ambiciosa de vivir a lo grande, amante como él de París y partidaria de no
dejar nunca según que vicios… - aquella frase le cautivó definitivamente, con su entonación de niña de la zona alta de Barcelona algo gamberra, deliciosa.... - . ¡Me importa una mierda el éxito ¡, ¡sólo busco una buena compañía y un
poco, sólo un poco de afecto¡. ¿Es barato darling , no ? le decía medio en broma,
medio en serio. Qué gracioso eres cuando pronuncias darling, me chiflas...Tu prudencia debería
contar siempre con lo imprevisto, pero lo imprevisto no cuadra con tu condición
de acusadora inflexible, – le decía acariciándole su fina oreja
enjoyada y sonriendo poniendo cara de pillo deseoso.
Pero a
pesar de los buenos propósitos de aquella fiscal firme y segura de sí y algo idealista, una
pesadilla por poco acabó con él, dejándolo KO, bordeando la locura, ocurrió así:
En una calurosa
madrugada de hace ya muchos años se veía a si mismo pero con el rostro de NICANOR, el suicida de Manchester (1), buscando desesperadamente
su coche, atormentado, llorando de rabia , de humillación, de desesperación ...,
iba muy subido, corriendo como un loco sin rumbo por aquel Ensanche de
Barcelona tan uniforme , tan cuadrado,
tan aburrido, que lo trataba de engullir
como si fuera un monstruoso agujero negro. No recordaba dónde lo había aparcado.
Bajo un cielo inmenso, inmenso y hueco salió corriendo , medio cojeando, de la casa de aquellas dos hermanas siamesas tan monas que vivían con su hermano el camello, que como dueño y señor entraba y salía sin avisar de aquella enorme habitación con cama redonda que tantas veces frecuentaba aquel vicioso del Nicanor. Las dos sisters se lo fueron comieron toda la noche hasta dejarlo extenuado, y su hermano – con su risa histérica brotando de su asquerosa boca retorcida - le daba de beber sorbos de un líquido amargo que lo dejó aturdido, dejándose hacer en medio de un placer insuperable, y por un milagro de la vida, lo más increíble de los milagros - decía Chesterton- está en que acontecen, y durante unos segundos de lucidez recobrada , sintiéndose más sucio que nunca, dándose asco de sí mismo como nunca había sentido, pensando en su hija única que ni sabía dónde paraba, simulando que vomitaba en aquel amplio lavabo de mármol blanco llenos de polvillos alienados en fila india , pudo escapar saltando por la ventana del entresuelo, torciéndose el tobillo y corriendo en la penumbra a trancas y a barrancas hacia la salida de aquel portal de madera de la Calle Urgell, su única referencia.
Buscaba algún sitio donde reposar, concentrarse y recordar el
sitio exacto donde había aparcado su viejo Jaguar biplaza. El camino que recorría era tan estrecho y
oscuro que cuando entró en un gran
parque inédito se asombró al ver una glorieta con una hermosa cúpula celeste,
de un color verde fulgurante que se
hundía entre las masas oscuras de los árboles desangelados, mustios, y logrando sentarse en un banco mojado, cuando
parecía ir recuperándose y se ponía agua en su tobillo herido, entre dos matorrales vio un gran perro negro como
lo miraba fijamente con sus ojos rojos que parecían salírseles de su descomunal
cabeza como los de un monstruoso caracol
, y observó horripilado como aquella bestia tomaba lentamente impulso
con su amenazante pelaje erizado , su cabeza baja, gruñiendo como el amo del infierno , ya inclinándose a escasos centímetros de su
cuerpo , notaba su aliento putrefacto, vio sus colmillos como pequeños
estiletes hasta que en aquel instante fatal le mordió su tobillo herido. La dentellada fue
tan fuerte que notó como le tocaba el hueso. Todavía años después conserva la
señal, que aún le dolía según que días, pero por mucho que pensara no recuerda como se la hizo.
Conoció a la Fiscal en un juicio, en que el joven acusado teóricamente llamado MICHELOUF, sobre el que pendían 3 años de cárcel, resultó no ser tal persona, en realidad se llamaba MARTINEZ, y aquel desgraciado chico sin quererlo ni beberlo se había comido 13 meses de prisión preventiva siendo inocente. Enseguida le llamó la atención la visión de aquella gran , alta, fuerte, con una gran nariz que la hacía distinta, dándole un porte especial, único, su mirada voluble, sus ojos azul cielo eran bellísimos, llenos de minúsculas mariposas algo inestables, como inseguras, a instantes tristes como temerosas, a instantes alegres y pícaras – entonces era irresistible - ; le sorprendió su respuesta a una pregunta que él le hizo esperando que se procediera a comprobar de nuevo las huellas del acusado sobre cómo habían transcurrido los hechos:
Le digo,
sr. Abogado, que los hechos los considero desde un punto de vista estrictamente
profesional, sin palabras inútiles, con sencillez.
Se quedó
mudo al oír su respuesta, y sólo pudo pronunciar la usada frase de no hay más
preguntas, Señora Fiscal, mientras le hacía una sutil reverencia muy a la
inglesa.
Resulta
difícil de creer aquella historia, el caso del error del sistema de la justicia más
grave nunca visto en su ya larga carrera.
En efecto, MARIMÓN tras hablar con aquella fiscal del Juzgado penal 62 de Barcelona
, a fin de lograr por la vía rápida una cómoda conformidad, al ir a los
calabozos para tratar de convencer al joven acusado, el teóricamente
Michelouf, de que aceptara la generosa
rebaja que le propuso la Fiscal del que ya había quedado prendado con sólo
verla aparecer en la sala, se sorprendió por la rotunda y segura postura de
aquel joven : ¡No soy MIchelouf¡, ¡Me llamo Manolo García…como el cantante ese joder¡ , ¡ ¡soy inocente¡,
proclamaba a gritos aquel pobre desgraciado. ¡Me quieren meter este marrón¡. La Sala permanecía en un silencio sepulcral, nadie osaba cortar el discurso desgarrado de aquel chico, MARIMÓN al principio pensó que no era más que una treta. Debes aceptar la conformidad, total son 6
meses que te piden… , te lo digo por tu bien chaval… , y nada, todo era inútil. De
vuelta a la sala: No hay acuerdo Señoría
, no acepta conformarse, habrá juicio. Y aquella jueza con un carácter de mil
demonios que escondía un corazón de angelita – como se verá - , gritó : ¡Pues
traer al figuras este¡, ¡¡que se sienten el banquillo¡¡. La buena jueza pegó un golpe tan fuerte en la mesa que los micrófonos temblaron.
-¿Es usted
MECHELOUF MECHELOUF?¡
-No señora.
Quiero decir señorita...perdón señoría... , mi nombre es Manuel García Maldonado Rosso , para servirla a usted y a su santa
madre.
-¡Qué se
cree usted?, a mi madre ni mencionarla¡ que era como Santa Engracia…. ¡Le advierto de desacato¡ - la tensión subía como la larva de un volcán en ebullición.
- Insisto
señora – dijo llorando aquel chico – no soy…no soy...créame señora jueza...
Tras unos
segundos que parecían meses , la Jueza con muy buen criterio decidió suspender momentáneamente
el juicio para ordenar que le tomaran de nuevo las huellas digitales para poder
así confrontarlas con las halladas en el lugar del robo que obraban en los
autos, y que resultaron ser las de un delincuente habitual llamado MICHELOUF,
que no coincidían con las de aquel desgraciado, que fue declarado inocente
mediante sentencia in voce. La humanidad de la jueza y de la fiscal quedó
patente al pedirle disculpas una vez concluido el acto del juicio.
Marimón
sólo acertó a decirle un escueto : lo siento, y al pasar los días aquella
indignidad y su forma de tratarlo al principio aún seguía pesando sobre su
consciencia.
Las
conformidades en aquel año pandémico eran la práctica habitual… por economía
procesal prisionera y cautiva del covid 19 siempre al acecho, por aquellos
largos pasillos de la CJ llenos de testigos, abogados y abogadas , procuradores despistados,
oficiales de juzgado y algún que otro mirón. Un caos institucional mayúsculo.
Semanas después, MARIMÓN, pasando unos días en el Balneario Prat, se miraba aquella señal en su tobillo izquierdo , eran dos pequeñas marcas redondas y simétricas, se preguntaba obsesionado cómo se las había poder hecho. Identificaba aquella señal como su lucha contra la ansiedad, contra los malos recuerdos, sus remordimientos. El no te arrepientas nunca jamás de su idolatrada Kate Moos le sonaba ya como a negacionismo, a falsa música celestial. Sí, se avergonzaba de sí mismo, por lo que había sido capaz de hacer en su pasada vida, para obtener placer a cualquier precio. Parece mentira que sólo por unos instantes vividos tu vida pueda quedar marcada hasta la eternidad.
Sólo el
transcurso del tiempo lo mitigaba un poco. El tiempo… ¿lo cura todo? ¿todo? , como
dicen algunos estúpidos. Luchar contra tu propia mente no es nada fácil. Saca
tus demonios, vence a la bestia que habita en ti, escribe, escribe y te irás
liberando -le decía Elena, así se llamaba aquella fiscal que tomaba el sol junto a él en un mini tanga y con mascarilla -, pero el poso te quedará para siempre, cuestión esencial es saber conllevarlo lo mejor posible. No hay más secreto. Y le dio un beso descomunal, sin reparo alguno, provocando a los cuatro gatos que les acompañaban en aquella piscina termal.
fin
NOTAS DEL
AUTOR:
1-
Ver “El final de Nicanor”
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