SENTADO EN SU HABITACIÓN


  


    
         


SENTADO EN SU HABITACIÓN

Sentado en su habitación siempre encerrado en silencio, temía que lo encontrara. Hay demasiado dolor en esta vida.  Por la mañana tenía visita con el  Médico del Seguro, la única persona que le escuchaba. El Dr. lo llamó a voces, la sala de espera estaba repleta, su rostro era inconfundible, una gran cicatriz  cruzaba su  cara desde la oreja hasta su labio, un trágico accidente de tráfico, él fue el único superviviente, sus padres fallecieron en el acto. Con una señal lo hizo pasar a su consulta. ¿Cómo se encuentra Señor?. Mal, muy mal, quiero que esto se acabe. Tengo la sensación de tener vidrios clavados en mi cerebro. Estoy cansado de  vagar por este mundo, solo, como un perro abandonado. Demasiado dolor, no puedo aguantarlo. No todo es malo, le dijo el Doctor. Lo sé, pero puede llegar a serlo si ÉL me encuentra. ¿De qué me hablas, quién es ÉL?. Doctor, debo huir, largarme al extranjero. Pero no servirá de nada, me encontrará. Aquella casa es un infierno, gente que entra y sale, gritos de horror, hombres y mujeres que se esconden   en alguna de la habitaciones para evitar ser vistos, y ser llevarlos al sótano de la muerte. Encontraron colgado al vecino de al lado de mi habitación. Nadie llamó a la policía, pasaban los días y el hedor del cadáver se hizo insoportable, nadie se atrevía a tocarlo. Tuvo que comprarse una pomada con la que untaba la nariz, para aliviar la peste que aún colgaba de  la cuerda, como hacen muchos matarifes o bomberos para no oler tanto el hedor de animales despellejados con sus tripas abiertas o el olor de la carne quemada víctimas de los incendios.  Con la llegada de los primeros fríos el olor iba disminuyendo, al final solo quedaba un cuerpo momificado que bailaba la danza de la muerte. Y Él disfrutaba imaginado como debía encogérsele el cuerpo, como se secaba igual que una momia.

Ante las quejas de una vecina por el olor nauseabundo, una mañana llamaron a la puerta. Se  hizo un silencio sepulcral. La policía llamaba y llamaba. El sargento llamó a la puerta de enfrente. Le abrió un anciano demacrado, de rostro amarillento, portaba una bata roída y una viejas zapatillas.

-Señor estamos llamando al piso de al lado y nadie nos abre la puerta, ¿me puede decir quien vive en él?.

-El viejo soltó una carcajada. En este piso solo vive una persona que casi no se deja ver Como un fantasma. Creo que siente vergüenza por su rostro desfigurado por un con una larga cicatriz que le cruza la cara, el pobre apenas sale y la traen la comida a domicilio. Vive solo. Jamás lo he visto recibir a nadie, y no se oye ningún ruido.  Cuando me lo encuentro muy de tarde en tarde, se muestra correcto pero nunca hemo tenido ninguna conversación, sinceramente,  y perdonen ustedes, prefiero no encontrármelo ni hablar con él.  

-De acuerdo señor gracias por su amabilidad. Tenga le dejo mi tarjeta por si sabe algo más, es muy importante, la vecina del piso superior nos llamó ayer, al parecer hay algún cadáver  en descomposición. Nos veremos obligados a solicitar una autorización del juzgado para poder entrar a la fuerza y ver qué coño ocurre.   

-Déjeme pensar - dijo el viejo mientras se sacaba un montón de cera de sus orejas – sí ahora recuerdo que el año pasado ocurrió exactamente lo mismo, pero sólo encontraron un cadáver de un pobre perro al que nadie sacaba a pasear. Me dio pena el pobre animal, sin un dueño que la saque a pasear.

Finalmente una mañana la comitiva judicial Aún tenía las manos manchadas de sangre. Fue detenido y su abogado alegó basándose en un informe psiquiátrico refrendado por el médico forense la eximente del artículo 20 del Código penal una grave anomalía o alteración psíquica por la que no podía la ilicitud de aquel asesinato. El  juez lo condenó a cumplir veinte años en régimen cerrado en un Centro penitenciario psquiátrico, al ser catalogado por el Forense como una persona extremamente peligrosa. En el Hospital, incomunicado, se pasaba el día sentado en su nueva habitación cubierto con una manta y jamás pronunció ninguna palabra.

              FIN

 


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