LAS DESVENTURAS Y LOS SUEÑOS DE MARIMÓN

  



DIARIOS DE MARIMÓN Y LOS SUEÑOS DEL HORROR

Ayer acudí  a una cena de navidad en el Restaurante “Con vistas al Mar”, justo al lado del Maremagnum del Puerto de Barcelona, organizada por el Colectivo “Abogados a por todas”. Confieso sin rubor alguno que había aceptado la invitación sólo con la intención de tratar de acostarme  con alguna desconocida. A pesar del nombre, aquel local hiper moderno, apretujado entre centros comerciales cerrados, no tenía vistas al mar.  

La presidenta del Colectivo, muy bajita, tras las pertinentes presentaciones,  subió a un estrado preparado para la ocasión, dijo:  Silencio por favor, silencio, he dicho ¡silencio¡... bien:  os aviso chicas - al parecer yo no existía - , sólo seremos cinco, las demás se han excusado, os agradezco vuestra presencia en estos días tan entrañables, somos sólo cinco, cinco - extendió su mano - cinco heroínas dispuestas a luchar hasta la muerte por nuestros derechos, ¡ para acabar con la Decana del Colegio¡ , que sólo merece nuestro desprecio - a medida que hablaba aquella líder que vestía con una toga negra, de nariz puntiaguda  y cara redonda, su cara iba enrojeciendo, estaba al borde de un ataque de nervios - Decid conmigo: ¡Basta ya¡, ¡Basta ya¡  gritaron sus feligresas con una rabia que me incomodaba.  Tras tomarme una cerveza helada, entablé conversación con una con una  de las asistentas, delgada como una escoba y con dientes de caballo. Cuando abrió su boca para saludarme , sentí asco por su halitosis. ¡Basta ya compañero¡ . El hedor era insoportable y di dos pasos atrás. En una esquina otra felina limpiaba sus gafas compulsivamente, les temblaban las manos, oyó un crack , sus gafas estaban rotas, ni se preocupó de recoger los pedazos y los cristales esparcidos por el suelo, su rostro desencajado estaba lleno de granos, algunos muy grandes parecía que llevara una barba postiza por la cantidad de pelos que les brotaban, ,  era la fealdad  personificada, no desprendía ningún atractivo, ninguno.  Sentía repulsión.  Intenté ser educado y sacar algún tema de conversación pero fue inútil. Sólo criticaba con una rabia inaudita a la entonces Decana del ICAB, y sólo repetía una frase:  ¡esa maldita pija sólo piensa en ella¡.  Ni me escuchaba. Le pregunté qué película había visto últimamente. ¡Esa maldita pija sólo piensa en ella y su grupito de pijas¡. Oí a otra amazona con un ojo de vidrio que exclamaba: ¡Por su culpa me han discapacitado¡. ¡Si te explicara....la G.U. de tira a todo el Colegio con tal de conservar su puesto, si, si...  hasta en los lavabos....  es una zorra depravada¡.   La observé de espaldas, tenía un culo gordo y redondo como aquellas ensaimadas que se compran en el aeropuerto de Palma de Mallorca, y te las sirven dentro de una caja de cartón perfectamente atadas con un hilo  de regalo. La tuerta soltó un pedo que hizo temblar el mantel que cubría la mesa, y la pestilencia era tan fuerte que sentí ganas de vomitar.  Noté un odio ascendente  en aquel escenario de fanáticas medio locas , fue en aquel momento cuando   decidí desaparecer de escena. Pensé : ¿pagarás cincuenta euros para aguantar dos o tres horas a esta tropa de locas ?.  Con el pretexto de que tenía que llamar por teléfono, fui alejándome con paso rápido hasta encontrar la salida sin dejar de hablar por el móvil fingiendo una conversación, me invadió un temor a que me prohibiesen salir. Ya, entiendo.... Me sabe muy mal pero creo que esto no tiene solución, ya... , claro, tienes toda la razón....¡cómo¡ , ¿un accidente de moto?., oye pues vengo en una hora, si...si....en el Clínico....espero que no sea nada...¿tan mal está?....¡ahora mismo vengo ¡. 

Ya fuera anduve a toda prisa por el puerto y a los cinco minutos llamé al Restaurante. Buenas noches, mire he tenido un contratiempo inesperado y grave, y ruego presente mis disculpas a las cinco  señoras que están sentadas a lado de los lavabos. No ze preocupe, mi zeñor,  zuz dezeos zerán cumplidos de forma inmediata, mi nombre ez Juanita Banana y eztoy aquí para lo que prezize. Muy amable Juanita, espero volver pronto, me partía por dentro. Crucé el puente de madera del Port Vell y me apresuré hacia la parada del metro de Atarazanas. Me dejé llevar ciudad arriba hasta Lesseps,  iría andando hasta mi piso en el Putxet. Decidí atravesar todo el parque, salté la valla y me sentí eufórico. ¡Soy invencible¡, pensaba en la cita de mañana con su ex pareja Ágata. 

 Ágata aparece bajo la luz tenue de un gigantesco roble del  parque donde hemos quedado, anda con paso desgarbado, adormilada, con sandalias de suela, pantalones anchos de  franela y una vieja gabardina de FUREST que le regalé hace años. Al principio no me doy cuenta, pero cuando se acerca sonriente veo que se ha cortado el pelo mucho más corto y me gusta así. Es una mujer alta, de pelo castaño y bastante guapa, que parece más joven de lo que es. Siento una gran admiración hacia ella, ayer se proclamó campeona de España de Tenis en un duelo extraordinario contra la argentina Yemina Locas  en tres sets: 6-4 , 4-6, 6-4, la tengo mucho afecto pero ya no la amo. Lo nuestro acabó y no hay vuelta atrás. Mantenemos una gran relación de amistad y punto. Incluso hay días que su compañía me incomoda.

-Todavía hace frío – murmura con voz firme cuando está lo bastante cerca para que la oiga – lleva sus manos apretujadas dentro de los bolsillos. Es una voz que sigo adorando, fue lo primero que me atrajo. Su castellano de niña bien de Barcelona. Es una pronunciación  basada en la ley del mínimo esfuerzo, pues sabe que con esto basta. Abrazaba la lentitud  sin importarle lo que piense la gente. La tendencia a anticiparse se vuelve obsesiva y el infortunio acecha como una pantera.

-No será tanto, pronto saldrá el sol, igual cojo el coche y me voy a la playa, a Sitges, en el Sausalito. Te acuerdas cuando nos pasábamos días enteros, yo sin sombrilla, entrando y saliendo del mar del yodo, nadando hasta el globo flotante amarillo. Son casi quinientos metros. Tu leyendo bajo la sombra de la sombrilla, escuchando a  Bill Evans, ya sabes que Gerardo el dueño del chiringito,  es una fan del jazz que regala a sus clientes. Lo conozco desde el día de la inauguración el verano de 1992. Ya sabes : puedes comer lo que quieras – siempre pido gazpacho natural y  una coktail de frutas melón u sandía – y  nos quedamos hasta el atardecer. Procuro no beber alcohol por el calor. Máximo una cerveza. Después agua fría o una coca cola.

Finalmente la convenzo , y en una hora marchamos a pasar un día de playa en el Criringito Sausalito de Sitges.

 

Ya instalados en sus hamacas MARIMÓN  le dice:

-Hoy he soñado que estaba cumpliendo una condena en la cárcel, en mi desesperación de espectador de la oscuridad veo acercarse un gran objeto cuadrado dando saltitos como un conejo. ¡Es una lavadora¡. Me ha entrado un miedo atroz y  he despertado sudando. Al ver que sólo era un sueño, me he levantado para fumar un cigarrillo, he arrimado mis mejillas a los fríos cristales del salón. En la calle no hay ni una alma, sólo una farola distorsionada. Me he acomodado en el sofá  y he logrado dormir unas tres  horas. Al levantarme como cada día busco mi cuaderno de los sueños y escribo la escena de la lavadora.

- -  ¿Qué opinas de mi sueño?.

A ella le da un ataque de risa, salta de su hamaca y vuela hacia el mar en top less sin dejar de reír.  

Veo en el espigón como dos gaviotas se disputan furiosamente un ratón muerto. Nunca me han gustado estas aves carroñeras. 

Observo un grupo de padres millonarios con grandes mansiones al lado de la playa, en la mejor zona de Sitges. Sólo saben hablar sobre sus hijos o sus salidas de compra de ropa cara y otras bagatelas. Siento asco por la hipocresía apacible y monótona, donde lo material siempre acaba imponiéndose,  clavándose. Como distracción me encanta mirarlas, algunas están buenísimas y oír sus conversaciones. . La broma infinita. Releo mi cuaderno y me quedo atrapado con unos párrafos que escribí hace años: “Aprende a creer en ti, porqué a medida que te convenzas serás capaz de convencer a los demás. Si tú estás contigo nadie hablara contra ti. Dale fuerza a estas convicciones. Ahora solo en la habitación me es imposible creer  en mí. Mi autoestima que antaño era considerable, ahora está por lo suelos. No puedo abandonar la tristeza que me acompaña como una sombra. Enciendo una vela que se vende como purificadora, otra estafa, la llama aúlla silenciosa manteniendo mis penas encendidas. Consigo apagarla quemándome los dedos. Sólo son unos segundos. Pienso en la decadencia de mi cuerpo a los sesenta y cuatro años. El exceso de medicación, me corta el libido. Sol fue mi último amor verdadero, y no aspiro iniciar nuevas relaciones. He tenido mucho sexo en mi vida, se acabó.”

Ágata sigue nadando, me pregunto qué estará pensando. Llegará un día que una gran computadora sabrá lo que pensamos y nadie hablara con nadie.

El cielo se pone negro, caen gotas, la ve llegar tiritando. ¿Nos vamos?. En trenta minutos  ya estamos  en Barcelona Conduzco a gran velocidad, no me importa la muerte. Memento moris.  La acompaño a su casa. No pronunciamos palabra durante todo el viaje, pongo un CD de Eric  Clapton,  nos despedimos con un largo beso húmedo. ¿No subes?. Mejor que no...  tengo mucho trabajo y ... Se larga dando una portazo a mi coche sin despedirse, debe ser muy duro para una mujer como ella verse rechazada, me da igual.  Estoy  cansado, llego a casa, me tomo mis somníferos y me quedo dormido con la piel impregnada de sal marina. C'est fini. 

Me levanto a las cinco. Siempre madrugo. No encuentro  el tabaco. Me preparo un café. Abro el cajón de la mesita de noche, veo mis cigarrillos dispersados. Fumo con deleite. Siento  la música inexistente de los dos grandes pinos del  jardín. Las ramas conversaban animadamente con los pájaros. ¿Qué dirán?, me pregunto fascinado. Pero en un instante el fuerte viento me provoca  malestar. El horror de una realidad intolerable. Me ducho con agua muy caliente. Aguanto diez minutos,  el vapor lo oculta todo. Me entra la agradable sensación del sueño, de donde no quisiera salir nunca y me tumbo de nuevo  con la camisa aún limpia del  día anterior. Tengo que lograr vivir en el presente, seguir una línea de conducta, analizar la perspectiva de las situaciones  y acertar en mis decisiones o aceptar las desgracias, y , sobre todo, no precipitarme nunca. Hay situaciones futuras que por mucho que me martirice no podré cambiar. Tengo una declaración en el Juzgado a las doce. ¡Que pereza¡, pongo mi alarma a las diez con el expediente perfectamente ordenado, listo para largarme pitando.

A los diez me visto  lentamente delante del espejo,  elijo mi mejor corbata. No encuentro mi cartera . Vacío con parsimonia  todo el contenido del cajón de la mesita de noche donde la guardaba y la encuentro tapada con un pañuelo. Aquel viejo cajón  desprende un olor a tabaco agrio que me cautiva, la sombra del vicio, aparto la cartera y recojo otros objetos que necesitaré, las llaves, tarjetas, cerillas, tabaco, dinero, recibos, mi cuaderno de los sueños. Poner en orden los objetos, los papeles me tranquiliza. Siempre pierdo algo. Un trueno resuena del exterior y aparece la lluvia. La típica tormenta de final de verano. En lugar de ir en metro, iré en coche. Apenas encuentro tráfico, tengo tiempo de sobras. Antes de ir al parking entro en el Bar de siempre y pido un cortado  largo de café y con la leche fría. Tomo mis antidepresivos salvadores, son como golosinas.  No tenía ni que pedir. Joaquín simplemente le dijo: ¿lo de siempre Sr. Marimón?. Asiento  en silencio sonriendo a aquel buen hombre que conozco de toda la vida. Su delgado rostro amarillento es invariable, no envejece nunca . Repaso la Vanguardia: Jordi Pujol junior había sido detenido e ingresado en prisión sin fianza, acusado de múltiples delitos económicos, las pruebas eran abrumadoras y había un testigo que por precaución estaba protegido bajo identidad falsa en Madrid. ¡Un traidor, li tindriem que tallar els collons¡, se imaginaba como bramaba  Marta Ferrusola, la madre superiora de todo el clan Pujol. Se alegra que por fin pague por el daño causado a Cataluña, aunque ya es demasiado tarde, el país está dividido. El mejor patriota es el mejor idiota, escribió Samuel Jhonson.  El sol se  filtra por los cristales, convirtiéndose en polvo amarillo. De repente, cambio mis planes. Llamo al Juzgado para decir que no podré asistir a la declaración, me excuso con la mentira de siempre. La muerte repentina de un familiar, esta vez le toca a mi tío Jaime, que murió hace diez años. Ya avisaré a mi cliente Ningún problema Sr. Marimón, ¿le va bien la semana próxima, el mismo día y a la misma hora?. ¡Hecho, muchas gracias¡. Bien, le esperamos la semana que viene. De acuerdo  señor, que pase un buen fin de semana. Aquella mentira piadosa siempre funcionaba. Era mórbida e infalible. Y le acompaño en el sentimiento. Simulo que sollozo y le doy las gracias.  Me seduce irme dos días a  Palamós. Se estaría toda la mañana en su terraza preferida del bar de la Cofradía de pescadores,  observando el tráfico marítimo, bajo la nube de la nicotina de la mesa de al lado donde los pescadores desayunan sardinas a la brasa regadas con un buen tinto y fuman sus toscanos,  escribiendo, releyendo “El  periodista deportivo” de Richard Ford, una gran historia sobre el paso del tiempo y la necesidad de aceptar  lo que te depara la vida, le reconfortaba muchísimo. Pensó en un paseo hasta Playa de Aro, ir a su cala preferida que estaría desierta y nadar una hora memorizando el guión de la conferencia que tenía el viernes, se dejaría arrastrar libremente por el tiempo,  sin ningún tipo de agobio. Llamó a su despacho para avisar a su nueva becaria Berta que aplazara todas la visitas que tenía programadas con la excusa de debía marchar a Madrid por un tema de la máxima importancia. Apago el  teléfono. En un plis-plas, regreso a casa para dejarla  ordenada,  hago mi equipaje , y  enfilo la autopista.

Frente al mar, sentado en la terraza del Bar,  de la Cofradía de Pescadores, el más antiguo del Puerto de Palamós, tomo café y abro mi cuaderno, elijo el capítulo de los sueños, me concentro en los de terror:

Recuerda su último sueño, una sombra cubierta con una manta negra le dijo:  Te veo peor que nunca, has perdido enteros, no sé si podré hacer más para ayudarte. Paciencia, extraña palabra, debo decirte que yo no tengo paciencia. Ordeno y mando.  Ya sabes lo que debes hacer, tú mismo.  Todo ocurría al mismo tiempo. En cinco minutos mi vida dio un giro radical. Suena  el teléfono, no me atrevo a responder, aquel pitido no cesaba. ¿Qué has hecho esta noche?. El pitido es  como un ser invasor que logra penetrar en mi cabeza abriéndose paso a través de la  oreja izquierda.  Notaba chasquidos en su cerebro que le producían un dolor insoportable.  En aquel preciso instante, horrorizado, veo  como una gran cucaracha sale por mi nariz. Intento matarla de un golpe con la novela que tengo en la mesita de noche, sin acertar,  aquel monstruo logra huir y se pierde entre las sábanas. Doy un salto de mi cama  para salir de la habitación, cuando se me aparece una figura espectral, noto mi orina bajando por las piernas, aquel espectro abre el balcón y se precipita hacia el abismo no sin antes mirarme sonriendo,  corro hacia el balcón creyéndome a salvo, y veo horrorizado cómo vuela lentamente, arriba y abajo, sin dejar de mirarme bailando un vals,  ¡es inmortal¡, y seguro que volverá algún día para llevarme a algún lugar remoto del espacio, no se si sera bueno o será malo. 

 

                     II

Hoy me invade una agradable ligereza, me siento volátil, casi no noto mi cuerpo.  Mi alma observa mi cuerpo levitando y pronunciando una oración en un idioma desconocido. En aquel caserón helado, encerrado día y noche en su habitación, tumbado en la gran cama cubierto con tres mantas y con los guantes de lana que no quitaba nunca, que sus antepasados encontraron la muerte en su cama, observó el robusto armario hecho a mano   a principios del Siglo XX por  un carpintero que le daba forma, bellos adornos que rodeaban el gran cristal rectangular como el cuerpo del armario. Una obra de arte modernista, a juego con la gran cama con cuatro pontones de madera en forma de columnas corintias,  cuyo valor es incalculable. El lugar y el tiempo determina tu estado y lo que al principio parecía un rayo de sol filtrándose por las persianas es en realidad una luz vacua de hielo que me sumerge en la tristeza, todo ha sido un sueño.  Deberé pasar otro día, ya no como ni bebo para acabar con mi sufrimiento, con la maldición que habitaba en su habitación como  una compañera sin ojos ni orejas.

Como una aceituna, tiro el hueso. Debo afrontar mi despedida, no es fácil tras muchos meses de convivencia con Yemina, pero debo cumplir con mi deber familiar: mi madre sufre alzheimer en grado muy avanzado.  Soy un cobarde que se esconde tras la sombra de JUNG.  Ignoraba que le quedan seis horas de vida.la fueza del  destino. 

 

                     CONTINUARÁ

 

 

 

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