LAS FIESTAS DE LA TRISTEZA

 









Foto superior: el extraordinario pianista de jazz EROLL GARNER, cuya interpretación de MISTY es, para mí,  insuperable.

Foto inferior: La actriz de Chicago (1982) Brit Marling ,protagonista de la serie The OA, obra maestra absoluta (por muchos motivos imposibles de resumir en este espacio) que nunca se supo porqué Netflix dejó de emitir. 


LAS  TRISTEZAS  NAVIDEÑAS

BARCELONA 23 DICIEMBRE 2020

 Aquella mañana, salió satisfecho del Penal 5, como siempre le pasaba con este juzgado y su buen juez humanista. Era un simple trámite de papeles en favor de una mujer investigada por una supuesta denuncia falsa. Vendió un móvil para poder subsistir, ella y su único hijo enfermo que nació con un solo riñón. Le habían asignado su defensa por el Turno de oficio. Pero su buen ánimo se desvaneció al instante por el ambiente imperante en la Ciudad de la Justicia.   Desolación en estado puro y duro. Realidad sin ficción.

Ya en la Gran Vía, inhaló profundamente el aire negro y lustroso de la mañana. Vio no muy lejos,  como una chica joven lloraba desesperada, sin la mascarilla,  profiriendo gritos de reproche pidiendo ayuda por teléfono a no sabe quién. Sintió un impulso para acercarse y preguntarle si podía ayudarla, pero  tenía prisa por volver a su casa y pilló un taxi de subida. Luego lo lamentaría.   Hizo detener el taxi al llegar a la Diagonal. Se ahogaba. Medio oculto en una esquina como un miserable encendió su quinto Marlboro gold reparador. Se sentía observado, incluso una vieja foca cargada con bolsas repletas de comida, lo miró con desprecio. Se contuvo. 

Buscó un banco donde poder sentarse y ordenar un poco sus ideas. Le invadía una triste ligereza, como volátil. ¿Acaso la mayoría de los hombres no se sienten decepcionados con su destino, languideciendo aburridos en sus cadenas con callada desesperación?. La imagen de la joven llorando se le repetía, incesante. Notó la humedad en sus ojos. En aquel instante se dio cuenta que su parecido con Laura era increíble, y un río de lágrimas se desbordó. Intentó disimularlas, como un estúpido que era, pero fue en vano.

Le vino el recuerdo de aquella noche en tren hacia París con Laura. Y sus palabras que creía olvidadas. Amor mío, podría tener tu mano en la mía viajando durante toda la eternidad, sin soltarla ni un segundo.  El amor es fuerte como la muerte, me has hecho libre. Porque no nos fugamos… tu y yo… a Italia, a Florencia, a aquel hotel tan mono, delante del palacio Fizzi.  ¿ Te acuerdas? Le dijo. Y el asentía embobado.

Huyó de aquel banco al ver como el bus V3 se acercaba, corrió y consiguió alcanzarlo ya  casi en marcha. Sin pagar el billete , se sentó al fondo y regresó a los juzgados con la esperanza de encontrar a aquella pobre mujer. Durante el trayecto reconfiguró su figura. Delgada, no muy alta, de ojos azules pálidos, perdidos en su horizonte imaginario, pelo castaño con media melena cubierta con un elegante gorrito de lana violeta, y  sus  rizos naturales sobresalían y  la embellecían todavía más.

Un fatal accidente provocó que el Bus quedara en medio del atasco. Prisionero, se la imaginaba esperando horas y horas a alguien. Como le pasaba a aquella bella joven ciega de la maravillosa y trágica serie “The OA”, en New York,  cuando la pobre chica iba cambiando de sitio en busca del sol bajo la estatua de la Libertad, esperando en vano todo el día a que la vinieran a buscar, hasta que ya al final de la tarde, anocheciendo, el Guarda de aquel enorme parque o isla, la tuvo que rogar que debía irse con el último ferry. Aquel guarda, un hombre mayor negro, al verla ciega con su bastón se compadeció de ella, y muy amablemente le leyó el poema dedicado a los desterrados sin patria que llegaban en masa a NY, a finales del Siglo XIX.

Para su desgracia, cuando por fin el Bus pudo llegar a la plaza Ildefonso Cerdà, un incomprendido como él, se bajó y corrió hacia el lugar donde estaba aquella joven, no encontrándola. Esperó dando vueltas casi una hora. Pero no pudo volver a verla, ni supo jamás que sería de ella.

Su último recuerdo antes de despertar de aquella pesadilla, fue verse dando círculos con una ansiedad brutal por los edificios de los juzgados de Barcelona, igual que un loco ansioso que espera sus dosis de kietapina y de suboxone para poder dormir.  Iba  repitiéndose para intentar consolar su mala consciencia, aquella frase que había memorizado de una novela que ni era capaz de recordar: existir es sobrevivir a las decisiones injustas.

FIN

 

 



Comentarios

Entradas populares de este blog

ELS DIARIS DE 1991

EL INTERROGATORIO

EL ASCENSOR