EL TIO JEREMIAS
EL TIO
JEREMÍAS
“Cuando un
hombre está de suerte debe agarrarla, no
esperar nada hasta que la fortuna se le vuelva en contra” - Anónimo.
Como le
pasó a su tío Jeremías aquella mañana que perdió un trabajo. Lo
habían seleccionado y sólo habian tres candidatos para el cargo de encargado en
un supermercado. Su asistenta social le confeccionó un curriculum intachable,
que daba fe de sus interminables años
trabajando en Mercabarna.
Al cabo de
mucho tiempo, Benigno visitó a su tío en
el Hospital psiquiátrico penitenciario de Gelida, donde acabó su vida. No lo
reconocía parecía otra persona. Se lo explicó todo: Lo tenía todo planeado para el día de la
entrevista final , se había vestido con el único traje que tenía, gastado pero
digno, se afeitó dos veces, era de piel dura,
recitó gesticulando a su espejo el discurso de presentación que le había
preparado su Asistenta. Como un actor. Madrugó y salió de casa con tiempo más
que suficiente, lo habían citado para las 9 en punto de la mañana. Encontró un
bar abierto y se tomó un café doble. Al pagar se dio cuenta que había manchado
su camisa azul cielo. ¡Maldita sea¡. Seguro que es una mala señal no puedo presentarme así. Retornó
a su casa deprisa y corriendo. Escogió la primera la vio, era blanca y le
faltaban dos botones, no se dio ni cuenta.
Tomó el
metro, se apuntó la parada donde tenía que hacer transbordo hasta su destino en
El Prat de Llobregat. Encontró de milagro una asiento en aquel vagón
abarrotado, y volvió a leer su discurso y recitándolo de memoria, cuando se dio
cuenta que se había pasado la parada el corazón le dio un vuelco, empezó a
sudar intentando no perder la
cabeza, respiró como le había enseñado
su psicóloga. Salió en la siguiente parada para volver a la parada anterior y
realizar el transbordo. Corrió por los pasillos. Eran ya las 8,20 y temía no poder llegar con
puntualidad, decidió tomar el ascensor hasta el andén de la Línea dirección El
Prat. Una mujer gorda le recriminó que no llevara puesta la mascarilla. Ni la
miró. Sólo estaba él, un viejo con una maleta enorme y la mujer con la cesta
llena de comida. De repente el ascensor se paró por exceso de peso. El pobre hombre viejo llamó al timbre pidiendo
ayuda. Pasaban los minutos y nadie acudió a reparar el incidente. Empezó a
sudar. La gorda era la culpable. Ya no llegaría a tiempo. Más de una hora encerrado
en aquel maldito ascensor al lado de la gorda que lo miraba con desprecio. El
viejo se había desplomado. Temblaba. De repente la gorda soltó un pedo como un
trueno y el hedor era tal que llegó a marearse y vomitó. ¡Lo que faltaba eres
un cerdo¡ - dijo la mujer. Fue entonces cuando desquiciado la agarró del cuello
y la estranguló. Por su culpa había perdido la oportunidad de su vida. Sólo
recuerda despertar en el calabozo de la policía que le imputaba el asesinato.
FIN
EL TIO JEREMÍAS
Cuando un
hombre está de suerte debe agarrarla, no
esperar nada hasta que la fortuna se le vuelva en contra.
Como le
pasó a su tío Jeremías, aquella mañana nefasta que perdió un trabajo
por un despiste indescriptible. Lo habían seleccionado y sólo habían tres
candidatos para el cargo de encargado en un supermercado. Su asistenta social
le confeccionó un curriculum intachable, que daba fe de sus años trabando en
Mercabarna.
Al cabo de
muchos años Benigno visitó a su tío en el Hospital psiquiátrico penitenciario
de Gelida, donde acabó su vida. Se lo explicó todo: Su tío lo tenía todo
planeado para el día de la entrevista final , se había vestido con el único
traje que tenía, se afeitó dos veces recitando el discurso de presentación que
le había preparado su Asistenta. Madrugó, se duchó y salió de casa con tiempo más que suficiente
, lo habían citado para las 9 en punto de la mañana .
La mancha en su camisa azul cielo. Maldita mancha. No
puedo presentarme así. Las tiendas estaban cerradas. ///// Estaba al lado del
Centro Comercial Les Glories, busco una tienda de ropa. Se compró una nueva
camisa del mismo color. Se la llevó puesta. Tomó un taxi . Cagando leches, a la
CJ. Me ha llamado en persona la Juez – le explicó al taxista, imáginese me ha
dicho : ¡ Deje todo lo que esté haciendo en Comisaría y venga inmediatamente ¡.
Tomó el
metro, se apuntó la parada donde tenía que hacer transbordo hasta su destino en
El Prat de Llobregat. Encontró de milagro una asiento en aquel vagón
abarrotado, y volvió a leer su discurso y recitándolo de memoria, cuando se dio
cuenta que se había pasado la parada el corazón le dio un vuelco, empezó a
sudar intentando no perder la
cabeza, respiró como le había enseñado
su psicóloga. Salió en la siguiente parada para volver a la parada anterior y
realizar el transbordo. Corría por los pasillos como un loco. Eran ya las 8,50
y temía no poder llegar con puntualidad, decidió tomar el ascensor hasta el
andén de la Línea dirección El Prat. Una mujer gorda le recriminó que no
llevara puesta la mascarilla. Ni la miró. Y de repente el ascensor se paró por
exceso de peso. Pasaban los minutos y nadie acudió a reparar el incidente. La
gorda era la culpable. Ya no llegaría a tiempo. Más de dos horas encerrado en aquel maldito ascensor
al lado de la gorda que lo miraba con desprecio. De repente la gorda soltó un
pedo como un trueno y el hedor era tal que llegó a marearse. Fue entonces
cuando desquiciado la agarró del cuello y la estranguló. Por su culpa había
perdido la oportunidad de su vida. Sólo recuerda despertar en el calabozo de la
policía que le imputaba el asesinato.
FIN
a su casa y Las tiendas estaban cerradas. ///// Estaba al
lado del Centro Comercial Les Glories, busco una tienda de ropa. Se compró una
nueva camisa del mismo color. Se la llevó puesta. Tomó un taxi . Cagando
leches, a la CJ. Me ha llamado en persona la Juez – le explicó al taxista,
imáginese me ha dicho : ¡ Deje todo lo que esté haciendo en Comisaría y venga
inmediatamente ¡.
Comentarios
Publicar un comentario