EL ASESINATO DE WILLIAMS

 


EL ASESINATO DE WILLIAMS

                     I

Al llegar del despacho, fatigado, el abogado Albert WILLIAMS,  se queda dormido en el sofá de su apartamento en el Putxet. El calor africano está instalado en toda España, en el sur se alcanzan los cincuenta grados,  al despertar todo el cuello de su polo está empapado de sudor. Le apetecería estar echado un poco más, escuchando como la música de Bach lo une todo,  como su corazón late con fuerza y sin dolor. 

Atardece,  se ha pasado diez horas encerrado en su despacho redactando un complicado Recurso, el caso está perdido, la sentencia de instancia es clara, concisa y directa, las pruebas son irrefutables y perfectamente valoradas por aquella joven Jueza, tan bella y educada, que años después, por su brillante carrera,  llegó a ser Magistrada  del Tribunal Supremo y autora de notables obras como el “El Principio de inmediación. Visión de una jueza de instrucción”, que recibió excelentes críticas tras su publicación en ARANZADI, convirtiéndose en un clásico del Derecho.

Sus sentencias, bien redactadas, motivadas, estructuradas y clasificadas como en el tratado de extraordinario filósofo alemán Ludvic WITTGENSTEIN (1889-1951), el el Tractatus es un libro fascinante, compuesto por aforismos ordenados y jerarquizados entre sí. Su objetivo: determinar la naturaleza de lenguaje y su relación con el mundo y el pensamiento, "Los límites de mis palabras son los límites de mí mundo", apuntó Williams en su cuaderno. Las proposiciones que encadenan sus palabras constituían imágenes de la realidad. No dejaba ningún cable suelto, se atrevía a mezclar de forma original la realidad con la ficción,  con citas de principios generales del Derecho de CICERÓN: “In testimonio quod est máximum demostraitionem” (la evidencia es la más decisiva demostración),  y de otros sabios universales, de hecho en sus años de Jueza de Instrucción, no prosperó ningún recurso de apelación contra las mismas, con los años muchas de sus sentencias llegaron a formar jurisprudencia. 

Con su mirada celeste,  fijada durante la vista en los rostros de todos los testigos y de las dos partes del proceso, la veía tomando notas sobre su tono de voz, sus reacciones y expresiones tras declarar. Por una simple mueca era capaz de saber si mentían o decían la verdad, su elegante porte y su serena sonrisa iluminaban la Salas de vistas de su Juzgado, el trato con los letrados era exquisito, jamás los corregía o interrumpía. Las formas son imprescindibles para llegar al fondo. Aplicaba la ley de la forma más benévola posible sin incumplirla. 

WILLIAMS, de padre inglés y de madre española, era un hombre alto, rubio, muy delgado y esbelto, soltero, sin hijos, sus ojos azules, maduros para su edad, reflejaban una mirada bondadosa y una expresión de cierto cansancio y de una quietud realmente conmovedora. 

No veía ningún resquicio para apelar aquella Sentencia, contraria a sus intereses,  pensó mientras se duchaba antes de acostarse.

 

                 II

 

Williams se instaló en Barcelona diez años antes, huyendo de una mujer de Ámsterdam, la hermosísima REBECA HEGEL, con la que tuvo una tórrida aventura, y se obsesionó por él, estaba loca perdida – cuando años después la condenaron a cadena perpetua,  fue ingresada en un Centro Penitenciario psiquiátrico, se le diagnosticó un grave trastorno obsesivo y compulsivo y psicótico, la mantenían aislada, en el pabellón para enfermas peligrosas, era un peligro para las otras internas, enfermeras – a una le arrancó una oreja con una mordedura - y los propios médicos - .

 

Una noche que llegó tarde lo esperaba con un cuchillo chillando “¿te has ido a la cama con otra? ¡Hijo de puta¡” supo reaccionar a tiempo y la agarró la muñeca y el cuchillo cayó en el suelo. Tuvo que llamar a la policía y se la llevaron a un Hospital, se revolvía como una fiera en la camilla, la tuvieron que atar, al verla sentía pena y a la vez alivio.  Aquella noche se dio cuenta que era imposible convivir con ella. Lo seguía todo el día, lo llamaba a cualquier hora, preguntaba por él en todos los comercios de su barrio diciendo que la había abandonado dejándola embarazada, se presentaba en su trabajo,  le enviaba frenéticamente watssaps insultándolo y amenazándolo, hasta que tuvo que bloquearla. 

Cuando encontró en su buzón un paquete con una pata de pollo ensangrentada, Williams decidió cortar por la sano, se despidió por email de su amigo FRANK: “Ya no puedo vivir más conmigo mismo. Mi cerebro es como una pelota de pingpong,  va de un lado a otro a toda velocidad, mi resistencia se agota. Ya ni puedo contestar, este efecto aerodinámico va acabar conmigo. Debo huir o Rebeca me matará, o la mataré. Te llamaré cuando esté instalado. Afectuosamente. W”. 

Hizo sus maletas, puso sus libros en cajas de cartón, y en veinticuatro horas, partió con su vieja furgoneta Volkswagen hacia el sur, cruzó toda Francia, parando lo mínimo, entró en España hasta decidirse por Barcelona, donde conocía a un amigo abogado MARIMÓN MÁRIMÓN, se conocieron en La Haya en una Convención sobre los crímenes de guerra, el  general MLADIC acababa de ser condenado a cadena perpetua por el genocidio de Srebrenica perpetuado en 1995 donde unos ocho mil hombres y adolescentes fueron ejecutados sin juicio previo, la peor atrocidad cometida en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Se hospedaron en el mismo hotel, y  coincidieron en  el restaurante, pronto compartieron mesa y conversaron durante horas, acabaron borrachos perdidos. 

Diez  años después lo encontró igual, con el pelo engominado, siempre elegante, perfumado, con una camisa blanca, el cuello abierto  y un  cardigan de punto grueso, negro con rayas blancas, con un vivo escocés. 

 Fue el nacimiento de una larga amistad, a los pocos meses de su llegada a Barcelona, MARIMÓN le ayudó a encontrar una preciosa casa aislada cerca del Montseny, no tuvo noticias de aquella loca, pero sentía que lo vigilaba y aún tenía horribles pesadillas viéndola como se le acercaba con aquel cuchillo, sonreía o, mejor dicho, sus labios se dilataban en una expresión diabólica, el mal acechaba por la habitación, dispuesto a clavar sus frías y prosaicas garras. El corazón le latía al despertarse, sentía como su voz podía volverse inaudible.


Lo que no sabía es que REBECA estaba muy cerca, lo tenía localizado. 

Paseaba por lugares recónditos, dejaba el móvil en su casa, y caminaba cada día durante dos horas al aire limpio, como el extraordinario filósofo alemán Arthur SHOPENHAUER (1788-1860) aconseja en su pequeña joya de la filosofía moderna “El arte de ser feliz” (*)

(*) publicada en este blog. 

 

 

                     III

Llamó a su nuevo cliente Aniceto Robadors Pujolrás, su bisabuelo que fue coronel carlista bajo el mando de General CABRERA, el tigre del Maestrazgo, le explicó MARIMÓN, que le había traspasado el caso, no lo soporto Williams, llámalo de parte mía, no le lleves jamás la contraria, es un monstruo que tiene causas abiertas por delitos contra los trabajadores, pobres hombres, tener que trabajar a las órdenes de este déspota…, ya  te contaré. Uno de sus hijos con lo  portaba bien hace cinco año salió de excursión, desapareció y jamás se encontró su cuerpo. Es un tipo violento te lo advierto,   y recuerda que de lo que cobres un veinte por ciento es mío. Lo único bueno que tiene es ser buen pagador. Ni te imaginas la pasta que tiene este cabrón. Suerte.

-Por supuesto, Marimón, entendido.

                

IV

 

Acto seguido llamó al nuevo cliente, era una gran oportunidad y no pensaba dejar escaparla.  Por lo que sabía, aquel hombre era manco. De muy pequeño, una cerda en celo enferma le arrancó su mano derecha de un mordisco.  Su padre, fuera de sí, la ató a un palo por una pata, y la fue matando lentamente, clavándole puñaladas, quemando a aquel animal con un soplete, los chillidos de aquella cerda se escucharon por toda la Comarca de Osona.

-¿Sr. Aniceto Robadors?

-El mismo, servidor de usted, ¿cómo ha ido el Juicio, ya ha dictado Sentencia la estirada jueza de Can Fanga *?

 

*  apelativo despreciativo de personas de las provincias de la Catalunya profunda, en especial Girona, hacia los barceloneses.

 

-Sí Señor, y me temo que no son buenas noticias, han absuelto a su hermano, y nos han condenado a pagar las costas.

Cago en Déu¡ , seguro que mi hermano la ha untado… ¡ , ¿pero a mí no me jode nadie¡ – permanecía escuchando en silencio, empezó a entender las advertencias de Marimón - , ¿y ahora Sr. Abogado que podemos hacer?. – este inútil me las pagará pensaba Robadors mientras se mordía el dedo.

-Senyor Robadors, sólo cabe recurrir en apelación ante la Audiencia de Barcelona, tenemos diez días, le advierto que le pueden condenar en costas, y es mucho trabajo…

-Pues ya puede empezar ahora mismo, ¿me entiende? , ¡ahora mismo¡, ¡Ya¡. Le llegó la provisión de fondos o como se llame. Le juro por la Santa Moreneta de Montserrat, que si ganamos sabré ser generoso con usted Sr. Williams.   ¿Y qué cony  es esto de las costas?.

-Las costas son los gastos del abogado y del procurador contrario.

-Vale, vale, manténgame informado, ¿me entiende?.

- Sí señor. Se partía con el continuo ¿me entiende?.  El cliente,  tozudo como un burro, paga siempre puntualmente y debe acatar sus órdenes.

Al día siguiente, fue en tren a su despacho en Barcelona, para acabar aquel recurso totalmente inviable.

-Para aparentar un trabajo con muchas páginas, que abulte,  recurre a la transcripción de múltiple Jurisprudencia del Tribunal Supremo, que más se aproxime a sus pretensiones, aunque sean ilusiones o fantasías, algunas Sentencias no tienen relación alguna con el caso, cuanta  más paja mejor, a los burros les encanta. Copiar y pegar,  Cortar y pegar – le dijo Marimón cuando lo llamó para informarle del tema. Así lo he hecho.

 

 

ANICETO Robadors era un millonario del Sector porcino, y con domicilio social en Vic. Hombre robusto, obeso y bajito,  tiene los ojos brillantes, achinados, y una sonrisa de cuchillo, con las comisuras fruncidas en una maligna autocomplacencia asentada en perpetuo mal humor. Había sobornado con éxito a los inspectores de la Generalitat para que le autorizaran a abrir nuevas naves para la cría de cerdos. ¡Així farem país¡ , le dijo a su contacto mientras con su mano buena, le tendió un sobre con el dinero acordado.

Al cabo de cinco días, lo llamó: 

-Buenas tardes Sr. Aniceto, le comunico que ya tengo el recurso preparado para presentarlo mañana, más de cien páginas, mucho trabajo, sepa que esto tardará, primeramente veremos si tenemos suerte con la Sala de la Audiencia en la que recaerá el recurso, conozco  a  algún alto Funcionario , ex compañero de carrera en la Facultad de Derecho de Barcelona – mentía como un bellaco para impresionar a Aniceto. Con este tipo de gente debes llevar la iniciativa, sino te conviertes en su esclavo.

-Perfecto, así me gusta, es usted muy trabajador, no como mis dos hijos que no saben ni colgar un cuadro, bien Sr. Williams, usted y yo nos parecemos,   ¡ vamos a  per totes , pit i collons com deia mon pare, clamaba enfurecido,  y si tenemos que acabar en el Tribunal Supremo, acabaremos en el Supremo.

Nunca perdonaré al traidor de mí hermano. ¡Nunca¡. ¿Verdad que me entiende Sr. Williams?. ¿Me comprende…no?. Sólo sé que vive en Barcelona con una extranjera, una pelandrusca holandesa o alemana, ¿yo qué sé?, ¡Ojala se muera¡. Tengo contratado un detective, un tal NICANOR (1*), que cada mes me envía un Informe de sus actividades.   

-Pues claro Señor Robardors. Cien por cien con usted. ¿Cómo se encuentra del corazón ¿ – la pasada semana Aniceto tuvo que ingresar de urgencias por un ataque de lipotimia. 

- Mucho mejor, gracies a Déu, el maldito médico, un charnego andaluz,  me ha prohibido comer carnes grasa, ¡con lo que me gustan mis butifarras, la panceta, el morro, las orejas, mis pies de cerdo¡. Debo seguir un régimen estricto,  monjeta o col i patates, beber mucha agua, incluso me ha recetado pastillas para dormir, sepa que cada día a las seis de la mañana ya estoy en alguno de mis mataderos, que hay muchos negros que se duermen y esto no lo tolero, ¿Me entiende?. La maquinaria no puede parar. No tolero ningún descuido. Matar, matar y matar, y a callar. Ya  hago mucho contratándolos, y si no les gusta que se vuelvan a la selva, parecen orangutanes, yo mismo de joven ayudaba a mi padre que en paz descanse, degollando a cerdos y a corderos, y después íbamos a desayunar un buen plato de botifarra amb mongetes en la cantina del matadero,  butifarra hecha con las tripas de los cerdos recién muertos, aún calientes. ¡Cómo los odio¡. Nunca le explicó la mordida de la cerda que le arrancó la mano.

Pero ahora con lo del bienestar animal me han jodido bien jodido. Inspecciones, papeleo…. Si fuera por mí los cocía vivos. Me olvidaba, le acabo de hacer otra transferencia, supongo que en dos días la tendrá abonada en su cuenta – ya me las pagarás estúpido inepto.

- Gracias Sr. Aniceto, seguimos en contacto y si algún día me quiere llamar sepa que estoy a su entera disposición.

- Gracias a usted Williams y si ganamos tendrá un plus como gratificación, debo colgar que empieza la matanza, acaban de legar dos camiones desde Extremadura, estos charnegos…., no me fío ni un pelo, me pongo a contar las piezas, a mí  no me engaña nadie, ¡nadie¡.  ¿Verdad que me entiende Sr. Williams?.

 

 Williams se acuerda del primer día que lo conoció personalmente. Lo citó en su despacho de uno de sus mataderos, vio cómo trataban a los animales. Aniceto les pegaba a los cerdos por gusto, con un látigo con la punta cubierta de clavos. Aquellos horribles chillidos de dolor de los cerdos,  que te piden ayuda. Desde que los cargan en el camión saben el destino que les espera. El cerdo es uno de los animales más inteligentes, y en los EEUU es frecuente tenerlos como mascotas. ¿abogado qieres matar a un par de cerdos?. La verdad es que no Señor Robadors, la sangre me marea. ¡Ja,ja,ja, era una broma¡. Espero mucho de usted, espero no me falle, ya me informará. No le dio tiempo a responder, le dió la  espalda y la emprendió con un matarife negro: ¡vas muy lento¡ Kuntakinte, ¡ tienes que matar a los cerdos en un minuto, si no a la calle inútil¡

Se acuerda de la enorme cerda de la enfermera psicópata, de la película basada en la novela de  STEPHEN KING, interpretada por Katty Bates (años después dulcificada en TITANIC) que secuestra a un famoso escritor, James Caan, que ha sufrido un accidente para lograr que la protagonista de la novela gótica “MISERY” no muera y le obliga a cambiar el final. El recuerdo de esta mujer le pone los pelos de punta, le recuerda a Rebeca. Para distraerse, lo estudió todo sobre este animal. Han pasado casi dos años de aquella visita y aún siente aquel olor a muerte, sangre, entrañas y estiércol.  Todos los trabajadores eran negros que reían entre ellos en un idioma desconocido mientras degollaban metódicamente a los cerdos colgados en una barra automatizada que primero les dan una descarga eléctrica en su cabeza para aturdirlos, los cuelgan por las patas con la cabeza hacia abajo, y así van pasando uno, dos, tres… hasta cien que sacrifican en un día. Aniceto controla su trabajo desde su despacho situado justo al frente de aquel corredor de la muerte. ¡Basta de risas y a trabajar gandules¡. Los negros no entiende lo que les dice pero sus gritos lo delatan y sólo saben sonreír y decir ¡Lo que diga mi jefe¡.  En el pabellón anexo, las víctimas son las ovejas que nunca se quejan, es el animal más estúpido,  le explicó Aniceto con sus cejas fruncidas sobre sus pequeños ojos siempre acusadores, mientras le mostraba con orgullo el funcionamiento de aquellas fábricas de matar.  ¡Nadie quiere ser matarife¡.  

 

                            IV

WILLIAMS se acostaba pronto y levantaba a las cinco de la madrugada, su primer movimiento era abrir la mesita de noche en busca del tabaco y su cenicero. Daba una honda y furiosa calada a su primer cigarrillo del día. Aquel viejo cajón desprendía el olor caliente del tabaco rancio. Volcaba su contenido encima de su cama. La de objetos que encuentra: llaves, mecheros, mi pasaporte caducado, lápices sin punta, celo, relojes estropeados, chinchetas, recibos, un par de condones, tarjetas, clips, medicamentos caducados, corta uñas, alguna fotografía de antiguas novias, notas inacabadas, monedas, , fósiles con extrañas formas que encontró en la playa en Tánger , hasta una estrella de mar,  y  que guarda como talismanes…  Se incorpora para ir a fumar en la terraza, delante de su jardín, el sol aún no había salido, y el hermoso cielo de nubes pesadas, pasaban rápidas como fantasmas por delante de la luna. 

Vivía en la planta baja de un edificio de piedra gris coronada de pizarras, rodeado por una avenida de castaños con edificios de estructura idéntica, con un pequeño parque estrecho, tupido, húmedo, arrinconado entre viejos muros, un bosque en miniatura, dos hectáreas de robles, ámbito de ciervos, zorros y hasta osos pardos.

Pero algo malo pasaba,  Williams lo desconocía,  un cazador encontró un muerto en el bosque, un tipo de rasgos muy vulgares, de mediana edad, por no decir de edad indefinida. Vestía ropa muy gastada por el uso, de limpieza dudosa, y el cuello de su camisa estaba lleno de mugre. Murió apuñalado salvajemente, y la policía encontró en sus uñas maquillaje de mujer.

 Williams seguía con sus pesadillas viendo correr por los bosques a una dama vestida de negro a la que no podía ver su rostro.

 

No encontraba el encendedor. Lo olvidé en mi habitación – piensa resignado. No lo encuentro, después de buscarlo en cada rincón, maldiciendo a su memoria, decide desistir de la búsqueda, hasta que encuentra una caja de cerillas debajo de su cama, no se explica cómo pudo caerse. Una señal del cielo. Se sienta aliviado fumando sentado en la cama,  observando los largos rayos de sol que penetran por  las cuarenta rendijas de madera de la persiana del enorme ventanal, las contó una a una.  Los rayos de sol  con el humo del tabaco se transforman en finas lanzas que parpadean. Contempla aquella imagen idílica, hipnótica, hasta que la oscuridad vuelve a reinar en el cielo.

 

Aún le resuenan las palabras de FRANK, su mejor amigo de Amsterdam, que lo mantenía informado de los movimientos de aquella peligrosa enferma mental: Cuando vives plenamente tus emociones, cuando son lo bastante simples y atractivas como para disfrutarlas y se acorta la distancia entre lo que sientes  y lo que también podrías sentir, entonces puedes confiar en tus instintos. El ánimo alegre o triste de las personas no está determinado por circunstancias externas, sino por tu estado interior, al estado físico o psíquico.

Todos tenemos un pasado, le explicaba una noche a Marimón, las cosas nos salen bien o nos salen mal. Algo nos lleva a donde estamos. El pasado es algo único y totalmente intransferible. Para mí, el pasado no vale nada. Marimón asentía apurando su gin tonic.

WILLIAMS tenía un secreto bien guardado, su etapa de escritor aficionado de relatos cortos. De joven ganó un premio de accésit en un concurso de una importante Universidad holandesa, cuando se lo notificaron sintió una alegría extraordinaria, quizás la mayor alegría de su vida,    tenía un montón de obra publicada en su Blog y cientos de páginas manuscritas pendientes de transcribir. Creía que estaba experimentando algo importante, cambiando la vida, soltando amarras, de modo que muchos aspectos – mujeres, viajes – adquirían un ritmo distinto. Pero estaba equivocado. ¿Por qué dejó de escribir?. Quizá las cosas no le salieron con la facilidad que  esperaba. Quizás no logró traducir sus impresiones personales al ambiguo y complejo lenguaje de la literatura. Quizás el ejercicio de abogado lo absorbía  demasiado hasta tornarse una obsesión.  Quizás no tenía nada de que escribir, o quizás le faltaron fuerzas para escribir obras más extensas. Lo que sí es cierto es que a los treintaiséis años perdió  el sentido de la anticipación, ese dulce dolor de saber lo que vendrá después, una necesidad para el verdadero escritor. Y le interesaba tan poco lo que escribiría a continuación, o la frase siguiente, como el color de los osos pandas.Tampoco creía lo que le interesaba volver a escribir una novela. Quizá en un futuro vería las cosas de otra manera. Recordaba momentos vividos donde todo era hermoso. Todo era claro y limpio. Todo chorreaba luz. Como en un decorado de cartel turístico de los Alpes. Eran otros tiempos, cuando todo giraba a su alrededor y se sentía seguro de sí mismo, hasta que conoció a REBECA.

 

Aquella maravillosa mañana de primavera, WILLIAMS subía andando por la Vía Augusta, pletórico, seguro de sí mismo,  siempre sonriendo, con la cabeza alta mirando el sol y enfocando su mirada a su “Dron de la Felicidad” (DF), que inventó el genial científico y Premio Nobel Dr. Ramón Campoy, consistía en un dron, un auténtico profesor y tutor espiritual,  que se programaba a las personas con depresiones graves a llevar una vida lo más soportable posible, aconsejándolo, advirtiéndolo, avisándolo, prediciéndole,  orientándolo sobre cómo debía actuar ante un conflicto, como reaccionar. Proporcionaba a sus usuarios, que podían permitirse pagarlo, una identidad externa.  Era como el auténtico “Yo soy”, conciencia en estado puro, un manto protector  que obligaba al sufrimiento a retirarse de su identificación con el “Yo desgraciado”, donde la  mente hace demasiado ruido, y que en último término es una ficción mental.

Para programar al dron de  cada persona,  Campoy paría de la Teoría de Perspectiva, que inventó el genio de las letras norteamericano Henry Melville (1819-1891), la solución de sus cálculos se introducía conjugando con el resultado de la personalidad  resultante del TEST ENEAGRAM-80, con un margen de error de sólo entre un tres y un cinco por ciento , siempre encuadrado o bajo la alfombra de los principios universales de la ética humana, y en los principios de la Ilustración francesa, resumidos en  “Libertad, igualdad y fraternidad. El método es la construcción de la experiencia, repetía en viejo profesor. Con toda esta información procedía a interconectar la mente de la persona con el dron ,al que seguía desde el cielo, vislumbrando aquella pequeña caja negra rectangular. Con un dispositivo incrustado en la oreja permitía que la persona y su dron pudieran comunicarse mutuamente, conversando con total libertad.  

El único problema que presentaba aquel invento que revolucionó el mundo era la noche sin estrellas ni luna llena, desgraciadamente el ingenuo Dr. Campoy murió en el intento, y uno de sus seguidores, el DR.  MELÓN (*) continúa experimentando para encontrar una solución, a su medida. El dron sólo podía aconsejar a su dueño acostarse pronto y madrugar.

WILLIAMS seguía su camino, hasta que decidió cenar en un nuevo Restaurante que le habían aconsejado, la comida era exquisita, y por su euforia bebió demasiado. Al salir de regreso ya a su casa, empezó a llover, el cielo estaba oscuro, andaba zigzagueando , tropezó con una botella vacía y cayó al suelo quedando totalmente empapado, sintió un frío extraño, se desató un fuerte viento fresco de principios de otoño, no podía ver a su dron, se veía desnudo, desprotegido, con miedo.

 Centenares de hojas caían de los árboles, y Williams se ensañó con ellas pisatoándelas  y rompiéndolas, hacía muchos años que no estaba borracho como aquel día. Se conocía y el alcohol lo ponía agresivo.  Se preguntaba por qué lo hacía y no obtenía respuesta. Silencio absoluto.

Cuando se acercaba a su casa se sintió aliviado, y justo en aquel momento apareció Rebeca por detrás suyo, todo fue muy rápido, notó el acero en su espalda, una, dos tres veces, hasta que todo acabó, el viaje de la vida de Williams había llegado a su fin.   

Al día siguiente, en el aparcamiento del Área de servicio de Bellaterra, ROBADORS y REBECA se despidieron. Aquel carnicero le entregó un sobre con mucho dinero. Nunca me he fiado de este abogado extranjero, por su culpa perdí el juicio contra mi hermano, ya no tendré que pagar su minuta. Ahora te toca acabar con mi hermano, toma aquí tienes su fotografía y su dirección, ¡qué suerte he tenido al haberte conocido querida Rebeca¡, todo gracias a Nicanor, trabaja bien aquel malnacido. Le avisaré cuando termine su segundo encargo Sr. Robadors. De acuerdo, pero  debo pedirle por favor que le cortes la mano, toma, en este sobre hay más dinero por este trabajito extra. Ningún problema, será como cortar tulipanes en mi país.

                 FIN

 

 (*1) – Ver “El delator” publicado en este blog

 


Comentarios

Entradas populares de este blog

ELS DIARIS DE 1991

EL INTERROGATORIO

EL ASCENSOR